domingo, 2 de octubre de 2011

La Diversidad Cultural De México

“La diversidad cultural del Estado de México no sólo se circunscribe a los pueblos originarios, pues hoy en día, una tercera parte de la población indígena, que habita en la entidad, no es oriunda de estas tierras”, señaló Melody Huitrón Colín, secretaria técnica del Consejo Estatal de Población (COESPO).
Mixtecos, zapotecos, mazatecos y totonacas llegan a estas tierras a incrementar el bagaje cultural de los mexiquenses, ya sea por sus costumbres y tradiciones como por su propia lengua; a todos ellos se les ofrecen las mismas oportunidades indistintamente de su origen, pues para el Gobernador Enrique Peña Nieto no existen diferencias entre los mexiquenses.
La titular de la dependencia explicó que, de acuerdo a los resultados del Conteo de Población 2005, actualmente en el Estado de México se hablan 59 lenguas indígenas por una población de 312 mil 319 habitantes de 5 años y más, de los que 150 mil 741 son hombres y 161 mil 578 son mujeres.
De ellos, 226 mil 504 son originarios de la entidad y 85 mil 815 no son oriundos del Estado.
Del total de lenguas indígenas en la entidad, afirmó, las principales por el volumen de población hablante son: mazahua, con 95 mil 511 hablantes; otomí, con 83 mil 352 mayores de 5 años; mientras que el tercer lugar lo ocupa la lengua náhuatl, con 45 mil 972 personas, precisó la Secretaria Técnica.
Agregó que si bien los mazahuas, otomies, nahuas, matlazincas y ocuiltecos son considerados como los grupos indígenas originarios del Estado de México, también se han establecido grupos de otras entidades federativas, debido a que la entidad es un polo de atracción que acentúa notablemente el fenómeno de la migración indígena.
La secretaria técnica del COESPO expresó que existen pueblos indígenas inmigrantes que ya constituyen grupos importantes dentro de la población estatal como son los mixtecos, zapotecos, mazatecos y totonacas, quienes tienen una población en el territorio estatal de 21 mil, 11 mil, 9 mil y 7 mil habitantes de 5 años y más, respectivamente.
Por otra parte, hasta el 2005, en el país existían 6 millones de hablantes de lengua indígena mayores de 5 años, mismos que representaban 6.7 por ciento de la población nacional; mientras que la población indígena de la entidad ocupó el octavo sitio a nivel nacional por su volumen y representó el 5.9 por ciento de la población hablante de lengua indígena nacional.

Tarahumaras

Es posible que los antepasados de los indígenas tarahumaras hayan llegado de Asia, atravesando el estrecho de Bering, hace aproximadamente unos veinte mil años, pero los vestigios humanos más antiguos que se han encontrado en la sierra son las famosas puntas clovis (armas típicas de los cazadores de la megafauna del Pleistoceno) con una antigüedad de casi 15,000 años, lo que nos permite datar la presencia de los primeros pobladores de la Sierra Tarahumara.
La economía de los primeros grupos étnicos tarahumaras se basaba en la agricultura, la caza y la recolección. Cultivaban maíz, calabaza, chile y algodón. Cada grupo tenía su dialecto de la lengua tarahumara y sus gobernantes, quienes se encargaban de proteger el territorio contra las etnias vecinas y garantizar el orden interno de la tribu.
Eran belicosos y politeístas. Creían en la vida después de la muerte y en la existencia de seres benévolos y malévolos. Entre los benévolos consideraban al sol, la luna, el médico, las serpientes y las piedras, que provocaban las lluvias y controlaban los animales que cazaban. Entre los malévolos estaban los señores del inframundo que causaban la muerte y los desastres naturales. Sus rituales comunales eran parte esencial de su cultura. Adoraban el sol y la luna, celebraban victorias bélicas, la caza de animales y la cosecha agrícola.
No fue hasta 1606 cuando los misioneros jesuitas tuvieron el primer contacto con los indígenas de la sierra. Según las referencias históricas de la época colonial, la conquista y la evangelización inició con los “chínipas”, muy relacionados con los guarijíos, etnia considerada como la más fiera de la región en esos tiempos. Cuando llegaron permanentemente los religiosos a su pueblo en 1632, su presencia provocó un levantamiento entre los pueblos indígenas, quienes estaban descontentos con la labor evangelizadora. Esta protesta la comandó el jefe “Combameai”. La primera revuelta terminó con la muerte de dos religiosos, lo que originó una fuerte represión por parte del gobierno de la Nueva España. Fue entonces cuando muchos guarijíos huyeron y se internaron en las barrancas de lo que hoy es el estado de Chihuahua.

Cultura Zapoteca

El nombre zapoteca es de origen náhuatl, y quiere decir "zaa poxtecatl, comerciante zaa o de las nubes", (Guido Munch) aunque ellos se denominaban a sí mismos binni záa o be'nezza que significa "gente de las nubes". Entre los mitos que existen se dice que son descendientes de la roca las arenas o árboles de la región. Poco se sabe sobre el origen de los zapotecas. A diferencia de la mayoría de los indígenas de Mesoamérica, no tenían ninguna tradición o leyenda sobre su migración, sino que ellos creían que nacieron directamente de las nubes, tal y como si fueran hijos legítimos de los dioses. De ahí el nombre que ellos mismos se atribuían: be´neza (gente nube).
Evidencia arqueológica indica que su cultura data desde hace 2500 años atrás. Aproximadamente entre los siglos XV y IV a. C., tuvo lugar el primer desarrollo urbano importante de la cultura zapoteca, con centro en San José Mogote. Hacia el año 500 a.C. y el 800 a.C. (la fecha exacta es un poco confusa) durante el horizonte Preclásico, los zapotecos se establecieron en los valles centrales del actual estado de Oaxaca. Así, mientras Teotihuacan florecía en el centro de México y las ciudades mayas en el sureste, Monte Albán, centro ceremonial construido en lo alto de un cerro, era la ciudad más importante de la región oaxaqueña.
Los primeros zapotecas eran sedentarios, vivían en asentamientos agrícolas, adoraban un panteón de dioses encabezados por el dios de la lluvia, Cocijo -representado por un símbolo de la fertilidad que combinaba los símbolos de la tierra-jaguar y del cielo-serpiente, símbolos comunes en las culturas mesoamericanas. Una jerarquía de sacerdotes regulaba los ritos religiosos, que a veces incluyeron sacrificios humanos. Los zapotecas adoraban a sus antepasados y, creyendo en un mundo paradisíaco, desarrollaron el culto a los muertos. Ellos tenían un gran centro religioso en Mitla y una magnífica ciudad en Monte Albán, donde prosperó una civilización altamente desarrollada, posiblemente hace más de 2000 años. En el arte, la arquitectura, la escritura (jeroglíficos), las matemáticas, y la astrología (calendarios), los zapotecas parecen haber tenido afinidades culturales con los olmecas, los antiguos mayas, y más adelante con los Toltecas.